Dicen que Cleopatra tomaba baños de leche y miel para tener una piel sedosa y suave. En la actualidad la leche se utiliza para enriquecer champúes, jabones, cremas y productos de baño, si te animas a probar los trucos de tu abuela a base de leche verás los grandes resultados que puedes obtener.
El ácido láctico, es uno de los mejores hidrantes y exfoliantes que hay y del que nos podemos beneficiar de forma natural. La leche también estimula la producción natural de colágeno.
Leche hidratante:
Si en tu rostro sientes sensación de tirantez y no tienes crema hidratante, una solución efectiva es aplicar con un algodón leche en tu rostro.
Desmaquillante:
Para esos días en que se nos chorrea el maquillaje y no tenemos como quitarlo, te recomendamos utilizar leche impregnada en un algodón. Seca tu piel con un paño de algodón. Tu piel te lo agradecerá.
Insomnio:
Un vaso de leche caliente te ayudará a dormir mejor, es un remedio que practicaban nuestras abuelas.
Exfoliante natural:
Mezcla dos cucharadas de avena molida, una cuchara de miel y una de leche y colócalo sobre la piel durante 15 minutos, enjuaga con agua tibia. Sirve tanto para piel grasa o seca.
Uñas más fuertes:
Frota tus manos con leche y déjala secar. Coloca unas gotas de limón en un recipiente con aceite y frota nuevamente las manos con esta mezcla. Déjalo el mayor tiempo posible y luego enjuaga tus manos con agua y jabón.
Ojeras y bolsas:
Para acabar con las temidas bolsas y ojeras mezcla una patata con migas de pan empapado en leche. Acuéstate y aplica sobre los ojos dejándolo actuar por quince minutos.