La vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, tiene en su cartera de tareas como elemento prioritario tratar de arreglar el problema migratorio de Estados Unidos. Harris se escudaba en que su papel era más diplomático, de ir a los países centroamericanos a tratar de resolver el problema de raíz, de dar apoyo y soluciones en origen para paliar el asunto y evitar el éxodo hacia el norte.
Pero después de su gira por Guatemala y México, las voces que le reclamaban que fuera a la frontera a ver la situación de primera mano aumentaron, y este viernes trató de aplacarlas con un viaje a El Paso, Texas, uno de los puertos de entrada más importantes de la frontera, si bien, quizá, no el más significativo pero sí el primero donde se aplicó la medida de Tolerancia Cero que separó a centenares de padres e hijos.
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“[Ir a la frontera] no es un plan nuevo”, aseguró la vicepresidenta, segura de que “la realidad es que tenemos que lidiar con las causas y tenemos que lidiar con las consecuencias” de la migración: entre la situación en los países de origen y la situación en la frontera sur de Estados Unidos hay una “conexión clara y directa, literalmente”, y la vicepresidenta quiso dar fe de ello.
Se hizo acompañar del secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, al frente de las tareas de la frontera, en parte para que le hiciera de guía del trabajo de esa cartera en la nueva aproximación a los temas migratorios, y para demostrar que se trata de un trabajo integral que abarca todo el gobierno, un compromiso para voltear las políticas del anterior régimen.
La administración Biden ha empezado a aplicar cambios. Además de rescindir el programa Quédate en México, frenar la construcción del muro y reabrir los procesos de asilo, ha sacudido la jefatura de la patrulla fronteriza y está implementando nuevos procesos.
En ese sentido, Harris aseguró que en solo cinco meses ya ha habido “progreso” en cambiar la “dura situación” heredada de las medidas aplicadas por Donald Trump. Eso, a pesar de que su administración ha visto cómo las cifras de aprehensiones de migrantes tratando de cruzar la frontera está en niveles récord, superando los 180 mil en mayo, números que no se veían desde hace dos décadas.
Para conocer la situación sobre el terreno, Harris visitó una garita de la Patrulla Fronteriza, se reunió con representantes de ONG y activistas, e incluso visitó un grupo de cinco niñas migrantes centroamericanas, de entre nueve y 16 años, dentro de una de las instalaciones de los agentes fronterizos, que le entregaron unos dibujos.
Fue precisamente ese encuentro con las menores lo que le sirvió a Harris para revirar ante las críticas de sus oponentes republicanos. Desde hace años, el tema migratorio es para los políticos de Estados Unidos un tema más electoral que de acción concreta, una pelota tóxica que se pasan de unos a otros; recientemente, los republicanos aprovecharon que hasta ayer ni Harris ni el presidente Joe Biden habían ido a la frontera como una señal de la desidia del nuevo gobierno por el tema, y empezaron a calentar motores para el que seguro será un punto clave en las elecciones legislativas del próximo año.
“Este tema [migratorio] no puede reducirse a un asunto político”, se quejó la vicepresidenta, cansada de que en el contexto partidista sólo sirva para “señalarse” unos a otros por la situación. “Estamos hablando de niños, de familias, de sufrimiento. Y nuestra aproximación tiene que ser atenta y efectiva”, resolvió.
“Las historias que escuché hoy refuerzan la naturaleza de las causas de raíz”, dijo Harris. “Va a requerir, como hemos estado haciendo, un acercamiento integral que reconozca cada una de las partes de todo esto”, añadió la vicepresidenta.
Eso significa, también, asegurarse de que existe cooperación entre los países de la región, entre ellos México, para que todos formen parte de la solución de forma activa, con inversiones y trabajo conjunto como socios.
Sin respuesta a medida
La visita terminó con la promesa eterna de un compromiso por un sistema migratorio más “humano”, pero pocas acciones concretas más allá de diálogo con los actores sobre el terreno. No hubo respuesta, por ejemplo, a cuándo se va a derogar la provisión que permite la expulsión en caliente alegando razones de salud pública por la pandemia —Título 42—, y resolvieron las críticas por las condiciones del campo de acogida de menores de Fort Bliss, también en Texas, con la promesa de que el Departamento de Salud estudiará el caso.
La visita y el discurso de Harris contrastará y mucho con el que se vivirá la próxima semana: el expresidente Donald Trump visitará la frontera de Texas invitado por el gobernador de ese estado, con el único objetivo de reforzar el mensaje antiinmigrante que encabezó su presidencia y potenciar los ánimos de sus bases de cara a próximos envites electorales. Con información de El Universal.