Cuando Donald Trump fue presidente de los Estados Unidos mantuvo una relación complicada con las redes sociales. En muchos casos prefirió utilizar sus cuentas personales en estas plataformas en lugar de los canales oficiales para emitir su opinión. Aunque en diversas ocasiones violó las reglas comunitarias, no era sancionado porque se consideraba que lo que tuviera que decir era de interés nacional. Todo cambió el pasado 6 de enero con el ataque al Capitolio después de lo cual fue bloqueado de diversas redes. Ahora el expresidente ha declaró que debió eliminarlas cuando tuvo la oportunidad.
En caso de que no lo tengas muy claro. Luego de la violencia que se presentó en el Capitolio de Estados Unidos, tras el anuncio de la victoria de Joe Biden, el entonces presidente Trump publicó una serie de mensajes que fueron interpretados como un apoyo a los manifestantes. Tras lo sucedido redes como Twitter, Facebook, Instagram, YouTube y Snapchat bloquearon los perfiles del político.
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Como era de esperarse Trump acusó a las plataformas de redes sociales de censura y de estar a favor del partido demócrata. Incluso, afirmó que crearía su propia plataforma en donde pudiera expresarse libremente, estrategia que, por cierto, parece haber fracasado.
En el último capítulo del enfrentamiento entre Trump y las redes sociales, Facebook dio a conocer que el exmandatario había actuado de una manera tan grave que merece la pena máxima, dos años de bloqueo de sus cuentas en Facebook e Instagram, tiempo tras el cual se volverá a evaluar la situación.
La posición de la compañía no le gustó al expresidente que, aprovechando la situación que vive Twitter en Nigeria, volvió a hablar de cómo considera que se debería actuar ante las redes sociales.
El expresidente Trump emitió un comunicado oficial en el que lamenta su indulgencia con las empresas de redes sociales durante su tiempo en la Casa Blanca. En el documento primero felicita a Nigeria por prohibir Twitter. La razón de esa decisión es que la red social borró un tuit polémico del presidente Muhammadu Buhari sobre un movimiento secesionista lo que el gobierno tomó como una violación a la libertad de expresión y una manera de apoyar a sus opositores.
Pues al parecer eso es justo lo que Trump considera que debió haber hecho en su momento con las redes sociales. “Más países deberían prohibir Twitter y Facebook por no permitir una expresión libre y abierta; todas las voces deberían ser escuchadas. Mientras tanto, surgirán competidores y se afianzarán. ¿Quiénes son para dictar el bien y el mal si ellos mismos son malos?”
Si era su idea y considera que tuvo la oportunidad de hacerlo, ¿qué se lo impidió? Parece que el encanto del CEO de Facebook Mark Zuckerberg: “Quizás debería haberlo hecho mientras era presidente. Pero Zuckerberg siguió llamándome y viniendo a cenar a la Casa Blanca diciéndome lo genial que era”, afirmó en su comunicado.
Aunque hay que ser claros. Estados Unidos y su organización gubernamental es muy diferente a la de Nigeria, así que los dichos de Trump se deben tomar con cuidado pues la realidad es que difícilmente hubiera podido prohibir las redes sociales.
Una nueva administración, una nueva visión
Puede que Trump no haya tenido el poder, o las ganas de prohibir las grandes redes sociales de su país, pero sí afectó de manera importante las operaciones de algunas plataformas extranjeras, entre ellas TikTok y WeChat.
Acusándolas de servir como vía de espionaje para el gobierno chino, Trump impuso limitaciones a las apps, pero hace unos días, el presidente Biden revocó las órdenes ejecutivas de Trump que habrían prohibido las descargas de TikTok y WeChat, entre otras restricciones.
Sin embargo, hay que aclarar que eso no significa que ninguna de las aplicaciones evitará el escrutinio. Biden firmó una nueva orden que requiere revisiones de seguridad de esas y otras aplicaciones desarrolladas o suministradas por personas que viven bajo la jurisdicción de un “adversario extranjero”, incluida China. Pero, la medida establece pautas para el análisis “basado en evidencia” de aplicaciones para determinar si sus prácticas de administración de datos representan un riesgo demasiado alto. Con información de El Universal.