Para fines de 2002, la Administración de Seguridad y Transporte de Estados Unidos logró un mandato clave de la ley creada después de los atentados del 11 de septiembre, desplegando en todos los aeropuertos del país sistemas de detección de explosivos.
El 19 de noviembre de 2001 el Congreso aprobó la Ley de Seguridad de Aviación y de Transporte, creando así la Administración de Seguridad de Transporte (TSA). Esta agencia se encarga de supervisar la seguridad en más de 400 aeropuertos del país, entre otras funciones.
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En ese mismo años, el Aeropuerto Internacional Marshall de Baltimore-Washington fue el primero en tener un punto de seguridad administrado por la TSA y marcó el inicio de casi dos décadas de procedimientos de seguridad que fueron evolucionando.