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Abdulrazak Gurnah, tanzano gana el Nobel de Literatura

“Solo quiero escribir con la mayor veracidad posible y tratar de decir ‘algo noble'”

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Las epopeyas de los refugiados, su propio exilio en Reino Unido,  a donde llegó a finales de los años 60 tras abandonar Tanzania, nación que vive en su literatura, así como su trabajo con la memoria, pero sin la opresión de la nostalgia y su “interés en los efectos del colonialismo y el destino de los refugiados y su relación con culturas y continentes”, como aseguró la Academia Sueca al otorgarle el Premio Nobel de Literatura 2021, hacen de Abdulrazak Gurnah  uno de los grandes escritores que ha puesto sobre la mesa, desde la narrativa, el problema de la migración, de la que tanto saben México y América Latina.

“La gente está muriendo, la gente está siendo lastimada en todo el mundo. Debemos abordar estos problemas de la manera más amable”, afirmó Gurnah en la llamada telefónica que le hizo la Academia Sueca para informarme del Premio. El escritor de 72 años dijo que los temas de migración y desplazamiento que ha explorado en su obra “son cosas que nos acompañan todos los días”, pero puntualizó que “es importante abordarlos y hablar sobre ellos”.

La disrupción de los refugiados, sus pequeñas historias que dan cuenta de la gran historia, sus personajes evocadores y de una individualidad muy vigorosa son algunas de las características que Nair  Anaya y Mario Murgia, del Colegio de Letras Modernas de la UNAM y estudiosos de las letras africanas, celebran en el narrador nacido en 1948, en Zanzíbar, Tanzania.

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En una entrevista concedida en Alemania en 2016, Gurnah dijo: “Solo quiero escribir con la mayor veracidad posible y tratar de decir ‘algo noble'”. Esa veracidad y nobleza, pero también su agudeza, que es a la vez intransigente y comprensiva, como señala Anaya, que siempre alude al tema de la identidad, del arraigo, del desarraigo y de la dislocación, son elementos vitales en su narrativa que se concentra en diez novelas, entre las que destacan: Paraíso, En la orilla y Precario silencio, al menos dos volúmenes de cuentos y una trayectoria dedicada a la academia.

“Reconocer a estos autores, que en una época se llamaban periféricos y hoy tienen la etiqueta de postcolonial, es muy importante porque son los que están tratando la realidad del siglo XX, las consecuencias de todos los países que fueron colonizados, que viven la repercusión de haber cambiado toda una forma de vida, una cosmovisión, una epistemología, de haberlos tratado de desaparecer, pero también los problemas nuevos que están presentes todos los días”, señala Anaya.

Para el doctor en letras inglesas, poeta y traductor, Mario Murgia, es muy oportuno que Gurnah haya recibido el Nobel. “Siempre ha sido complicado, pero ahora la situación de los migrantes en todo el mundo es especialmente alarmante. Al leerlo, los mexicanos se van a encontrar con eso, con ciertos puntos de convergencia con su propia cultura, pero al mismo tiempo con una visión no sólo del mundo sino de la literatura muy propositiva”.

Anaya, quien es maestra y doctora en Literatura Inglesa en Queen Mary College, de la Universidad de Londres, apunta las confluencias de los temas de migración e identidad de Gurnah que tocan a la realidad mexicana, “cuando vemos estas imágenes de migrantes en Europa atravesando el mar y tratando de llegar a como dé lugar a ciertas regiones, ciudades, es lo que estamos viendo ahora aquí en México, de los migrantes que van hacia Estados Unidos, algunos que vienen incluso de África, y muchas veces perdemos de vista qué es lo que pasó ahí, conocemos muy poco toda esta historia, y lo que hacen estos autores es dejarnos ver cómo fue este proceso”.

Resuena su voz en México

Gurnah, a quien se le puede leer sólo en inglés y en ediciones electrónicas, encontró en 2012 una resonancia en México a través de la antología “Todos cuentan: narrativa africana contemporánea (1960-2003)” coordinada por Charlotte Broad, y publicada en dos tomos por Literatura de la UNAM, en la que se incluye “Mandón”, un cuento con traducción de Mario Murgia.

En dicho cuento, afirma Murgia, los personajes de Gurnah son “sensibles, inteligentes, personajes con una individualidad muy vigorosa y sobre todo son personajes que llegan a los lectores de manera muy contundente porque son evocadores de un gran sentimentalismo sin llegar a la sensiblería nunca. Es una literatura muy evocadora, y es una de las grandes virtudes de sus textos en general”.

En su literatura, Gurnah vincula a sus personajes con sus pequeñas historias a una idea de historia con H mayúscula, dice Anaya, la que se narra a veces en los grandes libros historiográficos pero que deja de lado a muchas de estas comunidades e individuos, y entonces es ver cómo estos individuos siempre están vinculados a la historia con mayúscula.

“Si bien la vivencia personal es importante, limitarse a eso puede ser reductivo y no, lo que Gurnah y otros escritores poscolonialistas hacen es meterse muchísimo a la historia de estas regiones y trabajarlas de diferentes formas. Y esto es muy importante porque en el caso de esta región oriental de África, es una región multicultural, tiene poblaciones originarias, y población proveniente de la India, tienen herencia europea, no sólo británica, portuguesa, alemana, hay diferentes lenguas, religiones y eso es lo que las hace regiones tan complejas, y estos autores nos dejan ver toda esta complejidad”, señala Anaya.

En Twitter, Gurnah escribió: “Dedico este Premio Nobel a África, a los africanos y a todos mis lectores”. En redes sociales, el galardonado que se hizo leyendo la poesía árabe y persa, con obras como Las mil y una noches, al igual que el Corán, no consiguió posicionarse como tendencia, especialmente entre los usuarios de habla hispana. Sin embargo, especialistas en literatura africana, traductores y autoridades de Tanzania, de donde es originario, han celebrado el galardón.

El narrador que se ha hecho acreedor al máximo galardón de literatura, que consiste en una medalla y alrededor de 1.1 millones de dólares, recibirá el premio en su país de residencia, a causa de la crisis sanitaria, al igual que lo hizo la Academia Sueca el año pasado con la poeta estadounidense Louise Gluck. Con información de El Universal.

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