El invierno está a la vuelta de la esquina y conforme la temperatura baja el cuerpo busca alimentos reconfortantes y calóricos.

No es de extrañarse que la gran mayoría de los platillos que se consumen durante las festividades de fin de año estén conformados por preparaciones altas en grasas e hidratos de carbono, pues estos macronutrientes son la principal fuente de calorías en los alimentos.

A partir de las calorías, el organismo regula su temperatura y se mantiene en buen funcionamiento. Sin embargo, siempre es necesario agregar vegetales que compensen las cargas nutricionales con sus efectos saludables.

La endibia o endivia (ambas formas de escritura son correctas) es una hortaliza que llega a su mejor punto durante el final del otoño y el principio del invierno.

Tanto la variedad Cichorium endivia crispa como la Cichorium endivia latifolia, son hortalizas de la extensa familia de las asteráceas, dentro de las que se encuentra otra vegetal de hoja, la lechuga.

El origen de la endibia se ha rastreado al oriente de la India, donde desde hace mucho, ya se utilizaba como parte de ensaladas.

Esta planta bianual consiste en distintas capas de hojas sobrepuestas sujetadas de un tallo central en la base, de la cual salen las raíces. Las hojas son alargadas y dependiendo de la variedad pueden tener bordes lisos o rizados.

El cuerpo alargado de la hoja tiende a ser color blanco con ligeros tonos verdes que se remarcan al llegar a la punta superior.

El sabor de la endibia es de amargor medio, con un dulzor vegetal que se hace más presente durante la juventud de la hortaliza.

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Su uso culinario es principalmente como ingrediente fresco en ensaladas, sin embargo, cada vez es más la incorporación a platillos tibios o calientes, pues al asar las endibias se crea una capa añadida de sabor y profundidad que sirve como lienzo para los cocineros.

Uno de los principales beneficios de las endibias es su bajo contenido calórico ya que, en una porción de 100 gramos de sus hojas aporta menos de 20 calorías.

Gracias a su alto nivel de agua, es gran fuente de hidratación, además de contener inulina, que potencia la absorción de calcio, de grasas y glucosa, al mismo tiempo que funge como fibra dietética y precursor de prebióticos.

La endibia es fuente de vitamina A, que propicia la buena salud visual, así como la de las mucosas y la piel.

Por su alto contenido en potasio, ayuda a controlar y disminuir la tensión arterial, ya que este mineral tiene acción diurética.

El potasio dentro de las endibias también mantiene en buen estado al sistema nervioso y a los músculos.

La recomendación de los expertos es consumirla cruda para aprovechar al máximo sus propiedades, aunque muchas se mantienen después de ser cocinada.

Con información de El Universal