El número de menores de edad en trabajo infantil se elevó a 160 millones en todo el mundo, un alza de 8.4 millones de niños en los últimos cuatro años.
A principios de 2020 había registro oficial de 63 millones de niñas y 97 millones de niños que se encontraban en esta situación a nivel global, lo que representa casi uno de cada 10 menores de edad en el planeta.
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La Organización Internacional del Trabajo (OIT) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) advirtieron que la pandemia por Covid-19 y la crisis económica asociada a ésta provocarán que 9 millones más se incorporen a este esquema laboral en 2022.
El trabajo infantil se define, de acuerdo con la OIT, como la participación de niños y adolescentes en formas de trabajo prohibidas que, según la legislación nacional, así como los convenios y recomendaciones internacionales, se refiere a “la participación de personas de cinco a 17 años que participaron en el mercado laboral en sectores de actividad peligrosa, empleados por debajo de la edad mínima [15 años] y ocupados en servicios domésticos no remunerados de carácter peligroso, por realizarse en horarios prolongados y/o en situaciones de exposición a riesgos”.
En México, la Encuesta Nacional de Trabajo Infantil (ENTI) 2019, aplicada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), reveló que 3.3 millones de niñas, niños y adolescentes están ocupados en formas de trabajo prohibidas, cifra que representa 11.5% de la población de entre cinco y 17 años de edad.
De esa cantidad, 61% (2 millones) son hombres y 39% (1.3 millones) son mujeres. La tasa de trabajo infantil por sexo muestra que 13.6% de los hombres están en esta situación y el porcentaje de mujeres es de 9.2%.
La Ley Federal de Trabajo establece que la edad mínima para trabajar es de 15 años, por lo que está prohibido el trabajo por debajo de esta edad, y todo empleo que esté definido como peligroso para una persona que tenga por debajo de los 18 años.
La investigadora de la Universidad La Salle, Alma Guadarrama, especialista en derechos humanos, señaló que hay un círculo vicioso que inicia con la precarización de la familia, lo cual lleva al desarrollo de un trabajo en el caso de los niños, que se convierte en un tipo de explotación de trata en su modalidad de explotación laboral y que al final produce la exclusión de social.
Puntualizó que el grupo de entre los cinco y los 14 años es el más vulnerable, porque está invisibilizado, lo que conlleva a una explotación infantil del trabajo que está marcada por nuestra norma como un delito, porque se puede caer en la trata de personas, en la modalidad de explotación laboral, y ésta lleva a la exclusión social.
“El trabajo infantil tiene su origen en los niveles de pobreza que existen en nuestra sociedad. Este es un factor importante que obliga a los niños a contribuir con el gasto, entonces vemos a los niños en la calle pidiendo monedas, realizando algún trabajo en las centrales de abasto, etcétera, porque ellos tienen unos derechos que no pueden ser regulados como trabajo”, dijo Guadarrama.
La académica especializada indicó que, en México, el trabajo infantil se registra más en las en las grandes urbes que en el campo, lo cual no quiere decir que no se desarrolle, sino que está invisibilizado.
“Pareciera que lo que desarrolla el niño es parte de las labores del hogar, del campo, de cuidar los animalitos. Y en realidad esto es un trabajo que se está llevando a cabo, porque se está descuidando de alguna forma la educación, y más ahora en estos años de pandemia, donde se priorizó por supuesto, el trabajo sobre la educación”, apuntó.
Las cifras nacionales
De acuerdo con una encuesta del Inegi sobre el trabajo infantil de 2019 en México:
3.3 millones de niños se encontraban bajo este esquema de explotación.
61% de los menores de edad en dicha situación son hombres y 39% mujeres. Con información de El Universal.