Dos años después de que se iniciara la pandemia de coronavirus, los europeos comienzan a relajar las medidas. Sin embargo, un nuevo temor los invade: la amenaza de una guerra nuclear.
La invasión de Rusia en Ucrania ha desatado temores de que la situación se salga de control. La orden del presidente ruso, Vladimir Putin, de poner en alerta los sistemas de disuasión, incluyendo armamento nuclear, no abonaron a la tranquilidad de los europeos. Y las noticias de ataques contra centrales nucleares en Ucrania, menos.
Las empresas europeas dedicadas al negocio de los búnkeres, de la limpieza de partículas radiactivas, y demás, están “haciendo su agosto”.
“De pronto, estamos en medio de un diluvio de pedidos”, dijo a “The New York Times” Giulio Cavicchiolo, dueño de la empresa Minus Energie en el norte de Italia. Contó al medio que pasó trabajar 50 refugios nucleares durante los últimos 22 años, a recibir 500 consultas en las dos últimas semanas.
Cavicchiolo cuenta con sistemas subterráneos de filtración de aire para limpiar partículas radiactivas, gas nervioso y otro tipo de agentes químicos.
“La gente está desesperada por construirse un búnker por temor a que las ojivas nucleares rusas alcancen Europa”.
Rusia sin intención de un ataque nuclear
Rusia ha dicho que no tiene intención de lanzar un ataque nuclear o atacar las centrales que hay en Ucrania, donde hay 21 reactores, 15 de ellos en activo, repartidos en cuatro centrales. Cualquier error de cálculo podría tener consecuencias devastadoras.
El ataque que afectó la central de Zaporizhia encendió las alertas. “Si explota, será 10 veces peor que Chernobyl”, advirtió en su momento el ministro de Relaciones Exteriores ucraniano, Dimitri Kuleba.
Así, los europeos pasaron de la compra compulsiva de cubrebocas y las pruebas para detectar Covid-19 a la búsqueda de precios de búnkeres, pastillas de yodo y todo lo que pueda servir en caso de un ataque nuclear.
Hamish de Bretton-Gordon, excomandante de la Fuerzas de Defensa Química, Biológica y Nuclear del Reino Unido y de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, y actual miembro del Magdalene College, Cambridge, dijo, citado por el Times, que “todos nos habíamos olvidado del tema desde la caída de la Unión Soviética, hasta que de pronto, el loquito [Putin] invadió”. Señaló que los búnkeres que aún quedan en Europa, creados durante la Segunda Guerra Mundial, “se han ido deteriorando por la falta de mantenimiento”.
Sin embargo, los países cercanos a Rusia sí que se han estado preparando. En Finlandia, por ejemplo, hay sirenas para alertar de ataques, que son probadas con regularidad. El país tiene capacidad para tener a unas 4 millones de personas en unos 50 mil refugios, según Petri Toivonen, secretario general del Comité de Seguridad de Finlandia, quien añadió, de acuerdo con el Times, que “nosotros construimos refugios continuamente”.
En Suencia, tras la anexión de Crimea por parte de Rusia, en 2014, se está probando un sistema de alerta de ataques aéreos. Las autoridades distribuyen a la ciudadanía folletos con instrucciones de qué hacer en caso de una ofensiva.
Cambian estrategia comercial
En Francia, Mathieu Séranne, fundador de Artemis Protection, un fabricantes de búnkeres de lujo prefabricados, con sistemas de filtración de aire, dice que estos refugios no se parecen a lo que había antes. “Hay que imaginarlos como un chalet, bajo tierra”, explicó al Times. El precio básico es de medio millón de euros (poco más de 11 millones de pesos).
Aunque la lógica indicaría que pocos pueden pagarlo, Séranne aseguró que “hace dos semanas comenzamos a recibir una tonelada de pedidos de personas comunes. Tuvimos que cambiar toda nuestra estrategia comercial”.
Séranne dice haber recibido unas 300 consultas y que también está vendiendo refugios desarmables más pequeños y más baratos (152 mil dólares, o 3 millones 180 mil pesos).
Uno de los países más avanzados en cuanto a protección de un ataque nuclear es Suiza, donde por ley todos los edificios residenciales deben contar con refugio nuclear. Y aunque la ley se flexibilizó recientemente, es común que los haya, además de los 350 mil búnkeres comunitarios existentes. Con esa cantidad, prácticamente todos los suizos están protegidos.
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En Reino Unido, donde al término de la Segunda Guerra Mundia había 650 búnkeres, hoy casi ninguno está operativo. Algunos se convirtieron en atracciones turísticas.
También han aumentado los pedidos de pastillas de yodo que pueden absorber la radiación. Como en Bélgica, que registra un incremento de los paquetes de píldoras gratis a los que tiene derecho cualquier ciudadano. También ha aumentado la demanda en Países Bajos, Finlandia e Italia.
Con información de El Universal.