La angustia acompañada de la tristeza, la incertidumbre y el cansancio, es lo que reflejan las decenas de caras que cruzan de Ucrania hacia Rumania.
Menores que no saben de qué se trata, pero reciben todo: el chocolate que les dan, dulces, pan, jugos, entre otros.
Es la imagen que se mira en la frontera de Rumania con Ucrania, a donde han llegando centenares de personas que salen huyendo de una guerra que no vieron venir.
En ese paso hacia Rumania, por el que se puede es ingresar a una de las 27 naciones que conforman la Unión Europea, llegan ucranianos, marroquíes, italianos, alemanes, mexicanos, incluso rusos.
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“Es una tristeza ver lo que está pasando del otro lado. Queremos ayudar y para eso estamos aquí, porque sabemos que la gente necesita la ayuda, los niños principalmente”, comentó Ilvi Stancu, un joven voluntario de ADRA (Agencia Adventista de Desarrollo y Recursos Asistenciales).
Y es que desde el pasado 24 de febrero, cuando comenzó la invasión de Rusia a Ucrania, el éxodo de personas comenzó a invadir las fronteras de Rumania.
Tratar de cruzar las aduanas se convirtió en una pesadilla principalmente para los hombres ucranianos, ya que si están en edad de combate deben quedarse en el país.
De acuerdo con un oficial de la Policía Fronteriza de Rumania, a su país han ingresado 13 mil 100 ciudadanos procedentes de Ucrania, algunos llegando a través de Moldavia.
Se trata de personas con distintas nacionalidades y que en la mayoría de los casos buscan desplazarse a países de occidente.
El frío golpea, en plena antesala de la primavera todavía se tienen 3 a 4 grados bajo cero, que provocan nieve.
Así, al cruzar migración, en donde la autoridad rumana ha sido benevolente respecto a los papeles, lo primero que encuentran los desplazados son puestos de ayuda humanitaria.
Café, té, agua, fruta, pan, chocolates, es ofrecido por gran cantidad de organizaciones, principalmente de las iglesias.
“Estamos aquí para ayudar a la gente, darle lo que necesite para que pueda resistir esta situación que está viviendo”, señaló Constantine, un feligrés de la Iglesia Ortodoxa en Rumania.
“Grazie, grazie”, grita una mujer italiana de mediana edad que logró cruzar acompañada de una mujer mayor a la cual lo primero que le ofrecen es una cobija para abrigarse.
Este miércoles también se vio pasar hacia Rumania un grupo de personas sordomudas que avanzó de la mano autoridades rumanas y que fue trasladado hasta el albergue, para el cual tuvieron que caminar cerca de kilómetro y medio.
El papel de la autoridad rumana ha sido fundamental, comentó Kempton Maruz, del Departamento de Situaciones de Emergencia de ese país.
“Nos coordinamos todos los equipos: la policía, los bomberos, así como organizaciones sociales”, mencionó.
Se provee a la gente el transporte que pueda necesitar, pero también servicios psicológicos y hasta religiosos.
La vida ha transcurrido así en los últimos 7 días, cuando fuerzas militares irrumpieron en Ucrania generando el éxodo de las personas nacionales y extranjeros.
Con información de El Universal