Por: Eva Noyola / Organización Todos Votamos
No soy una jovencita, aunque tampoco estoy en la tercera edad. Una manera de ilustrar lo joven que es la democracia en México es revisando cómo estaban las cosas en mi infancia y juventud.
Cuando yo empecé a votar, se acababa de fundar el IFE. Ese evento puede contar como el comienzo de la vida democrática de México. Antes había “ratón loco”, “urnas embarazadas”, “muertos que votan” y toda clase de alquimia electoral. Mi primer voto fue cuando se comenzó a usar la tinta indeleble, por ejemplo. Los diputados por representación proporcional se aprobaron cuando yo era niña, y cuando era adolescente se aumentó su número a los actuales 200. Fue hasta después de eso que el partido en el poder perdió la mayoría absoluta en alguna de las cámaras. Nuestro sistema electoral es caro, pero es confiable y fundamental para la vida democrática.
La comisión de derechos humanos apenas se hizo autónoma en los noventas, después de haber sido parte de la Secretaría de Gobernación. Hasta hace poco era un órgano autónomo fundamental. Me tocó ver nacer al INAI, ya entrada en la adultez, fue muy emocionante descubrir las toallas caras de Fox y Martita gracias al acceso a la información pública. Casi se extraña ese nivel de “escándalo” en estos días. Estos y otros organismos autónomos son eslabones esenciales de la incipiente democracia mexicana.
Yo no supe el nombre de ministros de la corte hasta bien entrado este siglo. La SCJN no era contrapeso a los otros poderes hasta hace muy poco. Hoy todos conocemos el nombre de la primera ministra presidenta y de varias más. Hacen falta muchas reformas al sistema judicial en México, pero es irrenunciable como uno de los tres poderes de la Unión que es un contrapeso a los otros dos. Así funcionan las democracias.
Gracias a mis padres políticamente activos y de izquierda de toda la vida (como yo), estuve en el zócalo en ese momento histórico cuando Heberto Castillo declinó a favor de Cuauhtemoc Cárdenas. Por eso voy a ir el 18 de febrero a mi consulado local. Creo que las instituciones democráticas son fundamentales y están por encima de los colores partidistas. Voy a defender la democracia en el país que me enseñó a ser ciudadana porque no quiero retroceder a las condiciones de mi infancia y juventud.