Una plataforma de hormigón con pintura azul descolorida marca el lugar de nacimiento de la industria moderna del petróleo y el gas en el sureste de Texas. Los carteles desgastados por la intemperie describen cómo los perforadores explotaron el pozo de petróleo Spindletop en 1901, un descubrimiento que lanzó a los gigantes petroleros Texaco, Mobil y Gulf Oil.

Cerca de allí, una tubería roja traza un claro camino sobre tierra plana cubierta de grava. La empresa francesa Air Liquide comenzó a construir esta sencilla instalación, con una boca de pozo y otra maquinaria, en el sitio icónico en 2014 para almacenar lo que cree que será clave para una revolución energética: el hidrógeno.

El suelo que alguna vez liberó millones de barriles de petróleo ahora contiene unos 4.500 millones de pies cúbicos de hidrógeno altamente presurizado. El gas está contenido en una caverna en forma de rascacielos que se extiende aproximadamente a una milla bajo tierra dentro de una cúpula de sal subterránea.

Los promotores del hidrógeno ven el gas como una parte crucial para abordar el cambio climático. Si se produce de una manera que genere pocas o ninguna emisión de gases de efecto invernadero, podría proporcionar un combustible ecológico para automóviles, aviones, vehículos de 18 ruedas y barcos, y podría impulsar industrias que consumen mucha energía, como la fabricación de acero. El hidrógeno emite sólo agua cuando se utiliza como combustible.

Si las empresas pueden producir hidrógeno limpio a un precio competitivo con la gasolina o el diésel, sus partidarios dicen que revolucionaría la industria del combustible.

Ese es un gran si.