Custodiado por un puñado de policías, y bajo la sombra del miedo, se juramentó el jueves el nuevo alcalde de la capital del estado de Guerrero, en el sur de México, tras el cruento asesinato de su predecesor, decapitado seis días después de asumir el cargo.
A escasos cuatro días del homicidio de Alejandro Arcos, su suplente, el médico y opositor Gustavo Alarcón Herrera asumió como nuevo alcalde de Chilpancingo, una ciudad de cerca de 300,000 habitantes, sumida en el miedo ante la sangrienta disputa territorial que mantienen dos grupos del crimen organizado, Los Ardillos y los Tlacos.
Entre aplausos, y seguido por un enjambre de fotógrafos y periodistas, Alarcón Herrera se posesionó como alcalde en el hemiciclo del Congreso de Guerrero. La juramentación del médico se demoró algunos días debido a la conmoción y temor que desató la muerte de Arcos, cuya cabeza fue localizada el domingo en el techo de un vehículo abandonado en una calle de Chilpancingo.
En declaraciones a la prensa, el nuevo alcalde informó que ya contaba con seguridad federal, estatal y municipal y ofreció “trabajar en beneficio de todos” para hacer frente a la violencia en Chilpancingo. Poco después se retiró del Congreso estatal custodiado por una patrulla en la que iban tres policías armados y una camioneta, en la viajaban cuatro guardaespaldas vestidos de civil.
Con información de The Associated Press