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Aumentan los costos del “Coyote” debido a los cambios en las leyes migratorias

Incluso antes de la llegada de Donald Trump, el gobierno de Biden se ha vuelto estricto en la frontera

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El endurecimiento de las políticas migratorias en la frontera entre México y Estados Unidos ha llevado a un aumento significativo en las tarifas de los traficantes de personas, conocidos como “polleros”. Este incremento refleja tanto la creciente demanda de sus servicios como el mayor riesgo asociado con las medidas de seguridad reforzadas por parte de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP). Actualmente, los costos para cruzar la frontera de manera irregular varían entre 5,000 y 12,000 dólares, dependiendo de las rutas utilizadas y los métodos implementados.

En las últimas semanas, la CBP ha intensificado sus esfuerzos para frenar el flujo migratorio, cerrando importantes puntos de cruce como las garitas de San Ysidro en California y Lukeville en Arizona. Estas acciones han provocado que los “polleros” modifiquen sus operaciones, utilizando rutas más peligrosas y sofisticadas, muchas veces en colaboración con redes de crimen organizado. Además, los migrantes enfrentan condiciones extremas, siendo retenidos en escondites conocidos como “clavos” mientras esperan el momento adecuado para cruzar.

La gobernadora de Arizona, Katie Hobbs, recientemente visitó la garita de Lukeville, destacando los esfuerzos para controlar el tráfico humano y la migración irregular. En sus declaraciones, enfatizó la necesidad de una cooperación binacional para enfrentar estas problemáticas, que también afectan a comunidades indígenas en la región fronteriza. Estas comunidades, como los Tohono O’odham, ven su forma de vida impactada por la militarización y la presencia de traficantes en sus territorios.

Las redes de “polleros” han modernizado sus métodos mediante el uso de tecnología como aplicaciones de mensajería y dispositivos GPS. Sin embargo, los migrantes se enfrentan a riesgos crecientes, incluyendo el abandono en zonas desérticas y la explotación por parte de estas organizaciones. A pesar de estas adversidades, la demanda de servicios de tráfico de personas continúa en aumento, alimentada por la desesperación de quienes huyen de la violencia, pobreza y falta de oportunidades en sus países de origen.

Este complejo panorama plantea retos tanto para las autoridades de ambos países como para las organizaciones humanitarias. Mientras Estados Unidos refuerza su frontera, los migrantes quedan atrapados en un ciclo de vulnerabilidad, explotados por redes delictivas que encuentran oportunidades en medio de las restricciones migratorias. La situación exige soluciones integrales que no solo enfoquen la seguridad, sino que también atiendan las causas profundas de la migración.

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