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Estados Unidos

Se ve poco probable lograr la deportación de un millón de personas en un año, como quiere Donald Trump

Aunque el plan concreto de Trump aún no ha sido detallado, él y su equipo han asegurado que se llevará a cabo una operación sin precedentes.

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Donald Trump

El presidente electo, Donald Trump, ha afirmado que una de sus primeras acciones al asumir el cargo el 20 de enero será declarar una emergencia nacional y utilizar el ejército para llevar a cabo su ambicioso plan de deportación masiva de inmigrantes indocumentados. La noticia fue compartida este lunes a través de su cuenta en la red social Truth Social, lo que generó inmediatamente reacciones de activistas que lo consideran un posible intento de violar la ley.

Aunque el plan concreto de Trump aún no ha sido detallado, él y su equipo han asegurado que se llevará a cabo una operación sin precedentes para expulsar a millones de inmigrantes de los Estados Unidos. Es probable que muchos de sus seguidores lo hayan apoyado en las urnas con la esperanza de que cumpla esta promesa.

Sin embargo, ¿qué tan factible es cumplir con esta promesa de deportación masiva? ¿Podría realmente Trump lograr su objetivo de expulsar a millones de personas durante su mandato de cuatro años? Los expertos, exfuncionarios, y diversas investigaciones apuntan a que esta propuesta, además de ser extremadamente costosa, tiene pocas probabilidades de ser ejecutada a través de los métodos tradicionales establecidos por la ley estadounidense.

Para comprender mejor las dificultades que enfrentaría Trump en la implementación de su plan, es necesario analizar las promesas que ha hecho y las cifras que las sustentan. En sus declaraciones, Trump ha insistido en que esta será “la mayor operación de deportación de la historia” del país, inspirándose en la operación realizada bajo la presidencia de Dwight Eisenhower en 1954. En aquella época, según los informes oficiales, más de un millón de personas fueron deportadas, aunque la cifra ha sido objeto de controversia, con estudios que cuestionan su exactitud, como los de la investigadora Kelly Lytle Hernández.