La pandemia por el Covid-19 desestabilizó las tasas de mortalidad de 2020 y el 2021.

Durante el año pasado, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) notificó que el coronavirus fue la segunda causa de muerte, a nivel global, sólo por debajo de los decesos producto de las enfermedades del corazón. Sin embargo, dichas cifras omiten, en muchos casos, las pérdidas que no fueron efectuadas en la unidad de cuidados intensivos (UCI).

En este respecto, si bien el temor a ser hospitalizado o a ingresar a la UCI ha despertado la negación de un sinnúmero de afectos por el SARS-CoV-2, hay otros factores que alejan a la población de ser beneficiaros de este servicio, pues la problemática ya no estriba solamente en la demanda de estos servicios, durante las temporadas más álgidas de la enfermedad.

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De acuerdo con un nuevo estudio, elaborado por de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Boston (BUSPH) y la Universidad de Pensilvania (Penn), la mayor proporción de muertes excesivas, ocasionadas por el coronavirus, se suscitaron en las regiones con un acceso limitado a servicios de atención primaria, así como a la falta de seguro médico.

“La vigilancia de la mortalidad precisa y oportuna es fundamental para un sistema de salud pública equitativo y que funcione bien”, señaló Andrew Stokes, autor principal y profesor de salud global en BUSPH.

El especialista en disparidades de salud reveló que es en un contexto de desigualdad a través del que se puede argumentar algunos de los motivos por los que se desconoce la verdadera cantidad de muertes, producto de la pandemia.

“En el presente estudio -ahondó Stokes- encontramos que las discrepancias entre los recuentos oficiales de muertes por Covid-19 y las estimaciones de exceso de mortalidad fueron especialmente graves en áreas con acceso deficiente a la atención médica y más muertes en el hogar”.

El trabajo, publicado en “JAMA Network Open”, se basó en hallazgos anteriores, en los que otros grupos de investigación localizaron un exceso de muertes no atribuidas al Covid-19.

Entre los institutos citados se encuentran Centro Nacional de Estadísticas de Salud (NCHS), de Estados Unidos, y los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), así como de la Oficina del Censo estadounidense.

Otra de las causas imperantes, de acuerdo con este estudio, fue la falta de consideración de las muertes sucedidas en el hogar, pues en muchos de los poblados en los que las personas convalecieron en su domicilio carecen, además, de un médico forense que estime los motivos que provocaron la muerte del paciente.

“Las muertes en el hogar son más comunes en las áreas rurales donde hay menos acceso a la atención hospitalaria y donde es más probable que las personas mueran sin haber sido sometidas a la prueba de Covid-19”, expuso Jacob Bor, profesor asistente de salud global y epidemiología en BUSPH.

De acuerdo con el experto, el hecho de no atribuir las muertes al SARS-CoV-2, en las áreas rurales, condujo a estimaciones sesgadas que modificaron la gravedad de la pandemia.

En consecuencia, el cumplimiento de las medidas preventivas se relajó en un tiempo en que aún eran muy necesarias.

“Estas diferencias sugieren una necesidad urgente de aumentar la financiación y el apoyo para el sistema de investigación médico-legal de muertes”, pormenorizó Stokes, pues de no ser así, la condición ya vulnerada de estos sectores, por problemas raciales y desigualdades étnicas, aumenta. Con información de El Universal.