Para el año 2030, la población que padece diabetes en México se va a multiplicar cinco veces respecto a la registrada en el año 2000, de acuerdo a modelos matemáticos predictivos que desarrolló la doctora Julieta Anabel Díaz Juárez, investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
Explica que a principios del siglo se reportaba una tasa de 549 casos por cada 100 mil habitantes, que pasó a ser de mil 413 para el año 2020. En ese sentido, el reto para México a nivel salud es modificar los hábitos de consumo de la población; y es que además se afecta principalmente órganos como el corazón y el bazo, pero también el músculo esquelético y la microbiota intestinal, reconoció la especialista al participar en la “Mesa Vivir con diabetes: ¿muerte lenta o vida saludable?”, explica la UAM en un comunicado.
Las enfermedades del corazón siguen siendo la primera causa de muerte en México, por encima de las derivadas de Covid-19, aunque en los hombres éstas superaron a padecimientos cardiovasculares, que incluyen las afecciones al corazón provocadas por la diabetes. Para el sexo femenino las principales causas de muerte son enfermedades del corazón seguidas por la diabetes, señaló la académica del Departamento de Atención a la Salud de la Unidad Xochimilco.
En pacientes diabéticos la prevalencia de falla cardíaca es entre 19 y 28 por ciento, lo que significa que casi tres de cada 10 pacientes tendrán una falla cardíaca. La doctora en ciencias biomédicas explicó que para diagnosticar la enfermedad se emplea la hemoglobina glucosilada, “así sabemos que una persona por arriba de 6.5 por ciento se reconoce como un paciente diabético y cuando se incrementa en uno por ciento ese indicador aumenta el riesgo de insuficiencia cardíaca”.
Los pacientes con hiperglicemia –con diabetes o sin diabetes– tienen mayor riesgo ante el Covid-19 y puede ser un factor de riesgo o una complicación, por tanto, mediante el control de la hemoglobina glucosilada se puede cuidar el corazón, pero también es indispensable modificar el estilo de vida, reiteró Díaz Juárez.
Jazmín Marlen Pérez Rojas, investigadora del Instituto Nacional de Cancerología, explicó que esta pandemia se caracteriza por presentar alteraciones en la homeostasis de la glucosa y por los defectos en la acción de la insulina, principalmente en el hígado, el páncreas y el tejido adiposo. “Lamentablemente entre el cáncer y la diabetes existe una relación positiva al compartir factores de riesgo muy similares como una dieta poco saludable, inactividad física, obesidad, consumo de alcohol y tabaquismo”.
Sobre el cáncer, recordó que es un proceso de crecimiento y diseminación incontrolado de células malignas que pueden aparecer en cualquier parte del cuerpo. La mortalidad por esa enfermedad es mayor en los países en vías de desarrollo o muy pobres, principalmente en África y América Latina, en tanto que, en los países desarrollados la mortalidad es menor, debido a la detección temprana y tratamiento oportuno, “pero en nuestros países se descubre demasiado tarde, lo que ocasiona un desenlace fatal”.
En sentido complementario, Gustavo Tenorio Torres, profesor del Departamento de Atención a la Salud de la Unidad Xochimilco, reconoció la necesidad urgente de repensar el concepto de salud bucal, ya que debido a las condiciones de humedad, textura y temperatura, en la boca la enfermedad periodontal puede causar un proceso inflamatorio crónico que avanza en silencio y lentitud. Entre los signos que alertan de la presencia de la diabetes es la aparición repetida de abscesos o caries, por lo que un odontólogo puede detectar a un paciente diabético.
El investigador coincidió en la importancia de fomentar una vida saludable, así como la prevención y cuidado de la salud para evitar o retrasar la aparición de la enfermedad, ante lo cual es fundamental observar una adecuada nutrición, realizar ejercicio físico, reducir el peso, disminuir los riesgos cardiovasculares y tener una boca saludable.
También es importante tratar las enfermedades bucodentales y sistémicas como la diabetes desde una visión inter disciplinaria en la que intervengan médicos, nutriólogos, psicólogos y enfermeros, concluyó. Con información de El Universal.