La anorexia o pérdida del apetito es un síntoma presente al menos en el 15-25% de los pacientes oncológicos en el momento del diagnóstico y afectará más del 80%, a lo largo del proceso de su enfermedad..
La reducción de ingestión de alimentos desencadena una desnutrición progresiva que limita la resistencia del paciente a la enfermedad y la tolerancia a su terapia.
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Es muy importante que se detecte cuanto antes. El hábito de comer en familia es una de las principales medidas preventivas. La familia, en especial los padres, son los principales testigos del comportamiento de la niña o adolescente.
En la anorexia nerviosa, las consecuencias físicas pueden llegar a ser graves. Por tanto, el tratamiento se debe iniciar lo antes posible. El objetivo principal del tratamiento es conseguir la normalización de la conducta alimentaria alterada.