Un tribunal de Justicia ha condenado este martes por corrupción a la mujer fuerte de la política argentina, Cristina Fernández, viuda de Kirchner (CFK), actual vicepresidenta y expresidenta en dos períodos (2007-2011//2011-2015). Su pena abarca seis años de prisión e inhabilitación perpetua para ocupar cargos públicos.

De todos modos, no ingresará en la cárcel porque goza de fueros en su calidad de vicepresidenta de la Nación, hasta el final de su mandato, en diciembre de 2023. Tampoco perdería luego su libertad pues recurrirá el fallo en los tribunales superiores. En caso de ingresar en prisión sería dentro de unos años, si la Corte Suprema refrenda la condena y se establece como sentencia firme.

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El juicio ventiló el llamado “caso Vialidad” después de tres años y medio de audiencias. El veredicto consideró suficientemente probado que CFK perpetró el delito de “administración fraudulenta” de los fondos públicos destinados a construir carreteras y puentes en la provincia de Santa Cruz, feudo de los Kirchner en la Patagonia.

Sostuvo que el gobierno de CFK desvió las licitaciones a favor de Austral Construcciones, del empresario Lázaro Báez, amigo de los Kirchner, devenido en magnate al punto de poseer más de 2000 inmuebles, 41.000 hectáreas de tierras y concesiones de pozos petrolíferos. En el juicio se examinaron 51 licitaciones adjudicadas a Báez, que también fue condenado a seis años de cárcel.

Según El Español, a acusación de la Fiscalía había señalado que “el daño ocasionado” al erario público, provocado por las diferentes maniobras de devío de fondos a Austral Construcciones, además de sobreprecios, cartelización, y obras abandonadas sin finalizar, “asciende a 5.321 millones de pesos, un equivalente 1.000 millones de dólares”. Por ello, la fiscalía solicitó 12 años de priosión para CFK y el decomiso de esa suma de dinero a todos los enjuiciados.

El veredicto contra CFK ha conmocionado a Argentina pues nunca antes, un cargo tan alto, el de la Vicepresidencia, había sido alcanzado por la ley. Y la sentencia agrieta aún más a la ya ultra polarizada sociedad argentina, enfrentada entre los “cristinistas” peronistas y sus opositores, que sueñan con verla a ella, algún día, entre rejas.

Al clima de confrontación y odio -en las manifestaciones anti CFK hubo horcas, guillotinas, féretros, bolsas mortuorias- se suma que ella viene de sufrir un atentado contra su vida. El 1 de septiembre pasado, un joven de ultraderecha apretó dos veces el gatillo de una pistola a 10 centímetros de su rostro, pero el arma estaba mal cargada y no disparó.

Para CFK el tribunal que la condenó encabeza una campaña de “lawfare” (guerra judicial) con fines de persecución y proscripción política. En su alegato negó los cargos y cualquier amistad con Báez. Vehemente y enérgica, a los jueces les soltó, por ejemplo: “La sentencia ya está escrita”, “este tribunal es un pelotón de fusilamiento”, “a mí ya me absolvió la Historia”.